Racional vs. emocional. Las dos voces de mi cabeza

 

Una paciente me dijo un día “yo sé que es así, pero no lo siento así”, y ¿por qué pasaba esto? ¿Sus dos voces habían decidido llevarse la contraria? Lo cierto es que es algo muy frecuente. Las personas tenemos la maravillosa capacidad de analizar lo que nos pasa, pensarlo y darle sentido desde nuestra capacidad de razonamiento. El encargado de hacer esta función es nuestro cortex prefrontal, pero este personaje no está solo en nuestra cabeza, convive con nuestro sistema límbico, un personaje emocional que reacciona de forma rápida y parándose mucho menos a analizar la situación. Cuando estos dos personajes se escuchan entre ellos dialogan y consiguen entenderse, las cosas suelen ir mucho mejor, las personas podemos aprovechar las herramientas de ambos y conseguir un equilibrio y mejor comprensión de lo que nos sucede.

Sin embargo algunas personas tienen dificultades para atender a uno de ellos, la experiencia me dice que intentar acallar a nuestro personaje emocional es más frecuente que a la inversa aunque también se da el caso. Algunas personas tienen heridas tan profundas que atenderlas es muy doloroso para ellas o han aprendido que no se debe prestar atención a las emociones, de esto también tiene mucha culpa nuestra sociedad que para intentar protegernos a veces nos coloca armaduras tan pesadas que no nos dejan movernos, todos hemos oído frases como “no llores”, “no estés triste”, “no te enfades” o “no tengas miedo” pero esto lo hablaremos en otro post.

Aprendiendo a escuchar

Ahora imagina que te haces un corte en una pierna y te duele tanto y la herida es tan fea que no quieres ni mirarla y decides ignorar que está ahí, en consecuencia no la limpias y no le haces las curas necesarias, puede que ignorarla te sirva en un principio pero con el tiempo esa herida puede infectarse y empeorar. Con nuestro personaje emocional pasa algo parecido, cuando tiene algo que decir quiere que lo escuchen, que lo atiendan y que le hagan las curas y cuidados necesarios, cuando lo amordazamos y le decimos “cállate” o “vete y déjame en paz”, estamos librando una batalla perdida porque no está dispuesto a irse antes de ser escuchado, y menos mal, porque lo que tiene que decir es importante. Este personaje empezará a gritar para que lo oigan o intentará hacerse notar como pueda, a veces con dolor de cabeza, dolor de barriga, tensión muscular, no nos dejará dormir, nos quitará el apetito, hará que nos sintamos muy cansados,… otras veces acumulará fuerzas y callará y callará hasta que un día reviente y en lugar de decir estoy enfadado, me siento culpable, triste o tengo miedo por esta o aquella razón, entrará en cólera y se pondrá violento con otros o con el mismo o llorará de forma inconsolable o sufrirá un ataque de pánico, sin que nuestro personaje racional sepa muy bien que está pasando.

Empezar a escuchar a este personaje puede ser una tarea difícil, sin embargo contamos con un aliado, nuestro personaje racional, si así es, si permitimos que ambos se pongan del mismo bando todo será más fácil. Podemos empezar por darnos permiso y desde nuestro personaje racional decirle a nuestro personaje emocional “está bien, puedes tener miedo, puedes estar triste, puedes estar enfadado…”

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