
22 Ene Los mensajes ocultos de la sobreprotección
- El mundo es peligroso
Imagina que tres personas llegan a una ciudad desconocida y sin ninguna información. Llegan entusiasmados, con ganas de conocer, de aprender y de verlo todo y a cada uno de ellos le acompaña un guía.
El primero de los guías acompaña al turista a todas partes, no le quita ojo y a cada paso le dice, cuidado! no vayas ahí, cuidado! no toques eso, cuidado! no hagas eso, no comas eso, no te acerques a eso…,
El segundo de los guías no es muy consciente de que el turista es nuevo en la ciudad y no la conoce así que no le hace mucho caso y le deja por libre.
El tercero de los guías acompaña al turista cuando realmente es necesario o cuando este se lo pide y si no se lo pide y el turista no está corriendo grandes riesgos le da la información que necesita para moverse por la ciudad por su cuenta y le deja un teléfono por si tuviera algún problema.
Cuando estos viajeros regresan a casa y un amigo les pregunta “¿qué tal el viaje?”
El primero contesta: “ha sido muy estresante, la ciudad es tan peligrosa que no he podido hacer nada y no he podido relajarme ni un momento, no se si volveré a hacer turismo”
El segundo contesta: “me he metido en un montón de líos, me he perdido y no sabía qué hacer, me he sentido solo y desamparado, yo tampoco se si volveré a hacer turismo”
EL tercero contesta: “yo he visto un montón de cosas, he conocido la ciudad y aprendido como moverme por ella, he disfrutado y me he sentido seguro, volveré a hacer turismo y si vuelvo a esta ciudad igual ya no necesito al guía aunque tengo su teléfono por si acaso”
Cuando intentamos proteger a alguien es porque detectamos un peligro, lo hacemos porque le queremos y queremos cuidarle pero detrás de ¡cuidado con eso! hay un ¡eso es peligroso! ¿lo es?.
- No soy capaz
Ahora imagina que llegas a tu trabajo, es el primer día y un compañero muy solícito y dispuesto a ayudar te acompaña a tu puesto y te indica cuales van a ser tus funciones, como sabe que estás aprendiendo le da miedo que la líes y no quiere que tengas problemas o que te despidan así que te dice “tranquilo, ya lo hago yo”. El segundo día nada ha cambiado tú no has podido aprender y el sigue temiendo que no sepas hacerlo así que vuelve a hacer lo mismo. El tercer día tal vez te deje hacer algo pero como es la primera vez no te saldrá muy bien y él te dirá “ya lo arreglo yo”. Y así pasarán los días, tras unos meses es posible que sigas sin saber hacer tu trabajo, o si, de tanto ver a tu compañero al final has aprendido pero él no lo sabe. ¿Cómo te sientes con tu trabajo? ¿qué crees que piensa tu compañero de ti?. Es posible que la respuesta sea “mi compañero cree que soy un inútil” o lo que es peor “debo de ser un inútil”.
Cuando nos hacemos cargo de las dificultades de los demás de nuevo es porque les queremos y no queremos que se equivoquen o lo pasen mal pero detrás de “yo me ocupo” es posible que el otro vea un “tú no puedes”.
- No tolero que las cosas salgan mal
Imagina que cada vez que llueve, alguien se encargara de correr las cortinas y además te dijera hace sol y un día estupendo, de hecho tú nunca has visto la lluvia y nunca te has mojado, en consecuencia no sabes lo que es un paraguas o un chubasquero, al fin y al cabo nunca lo has necesitado. Pero un día esa persona se despista o ha tenido que salir y no está, ese día tú sales a la calle con tu ropa de verano y tus sandalias y resulta que llueve, te mojas y no sabes que hacer para protegerte, es posible que ese día te sientas indefenso, engañado y frustrado porque no hace sol.
Cuando nos esforzamos en que el otro no sufra, por supuesto también lo hacemos porque le queremos pero detrás de “las cosas siempre van a salir bien” podemos encontrar indefensión, desengaño y frustración.
Una protección sana nos enseña que el mundo es un lugar hermoso en el que si, a veces hay peligros y decepciones pero además de ayuda tendremos herramientas propias y seremos capaces de afrontar las dificultades aunque también sabremos que a veces hay cosas que escapan a nuestro control y que pueden salir mal pero estaremos más preparados para ello. En cambio la sobreprotección nos niega herramientas muy útiles exponiéndonos a la ansiedad, a la pérdida de autoestima o a la baja tolerancia a la frustración.
Sorry, the comment form is closed at this time.